HABIA UNA VEZ UNA PEQUEÑA ALMA QUE DIJO A DIOS: ¡Ya se quien soy! Y Dios le contestó: ¡Maravilloso! ¿Quién eres? La pequeña alma contestó a toda voz. ¡Soy la luz! Dios sonrió ampliamente: Así es —exclamó. Tú eres la Luz. La pequeña alma estaba feliz, porque había comprendido lo que todas las almas del reino trataban de entender. ¡Hurra! ¡Esto es fantástico! |